Actualmente nos encontramos en una sociedad que persigue el desarrollo, la innovación y la comodidad mediante la explotación de todos aquellos medios y recursos materiales disponibles, para los ciudadanos a través del desarrollo tecnológico, informático, científico y comercial.
En base a este avance económico y social al que estamos asistiendo desde hace algunos años, existen otro tipo de innovaciones que son sociales y culturales. Tal es el caso de los nuevos valores o normas sociales o constitucionales que aparecieron en la Constitución de 1978, como la igualdad (artículo 14) o el derecho a la libertad (artículo 18) que nos muestra la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948.
Pero uno de los cambios más importantes ocurridos a nivel mundial ha sido la aparición del capitalismo, en el que la fuerza del trabajo lo es todo en una sociedad, es decir, el trabajo es lo más importante para poder tomar un rol o papel social así como adquirir o mantener un nivel de vida digno. Esto ha dado lugar a que aparezcan frecuentemente numerosas diferencias económicas y sociales entre determinados países (tal es el caso de la brecha Norte-Sur) y entre las distintas clases sociales o estratos socioeconómicos (la baja, la media o la alta clase), que a su vez, promueven movimientos migratorios y una mayor desigualdad en la distribución de recursos tanto económicos como sociales. Esto último ocasiona diferentes situaciones de marginación y de exclusión social al existir dichas distinciones sociales que tienden al rechazo y a la separación o disgregación por parte de aquellos individuos con recursos económicos y sociales de aquellos que no los tienen.
Según Jaumes Funes, la marginación o exclusión social es producto de cuatro variables: sociedades inadecuadas (marginación = inadecuación, políticas sociales con empatía social), construcciones problematizadoras de la dificultad (distinguir entre problemas sociales y problemas vividos como reales), las reacciones incorrectas ante determinados problemas sociales (buscar otras respuestas sin promover la marginación) y las circunstancias problemáticas (acumulación de problemas personales dan lugar a la exclusión).
Analizando este artículo vemos que es una publicidad dirigida a niños/as acerca de un muñeco con Síndrome de Down. En ella se reflejan aquellas funciones y distinciones que pueden hacer los niños/as con él a diferencia de otros muñecos que no tienen ningún tipo de enfermedad o discapacidad; expone que necesita una serie de cuidados más especiales y de mayor control que el niño/a deberá realizar con él de manera más detallada de como se hace con el resto de muñecos.
Por tanto, vemos que es un juguete un tanto discriminatorio al parecer exigir un mayor número de cuidados y de atención por parte del niño/a que juega con él a diferencia de otros muñecos que no tienen esa enfermedad. Con esta publicidad se afirman las diferencias sociales de las que antes hablábamos; sí que es cierto que el muñeco no tiene las mismas características psicomotoras ni psicológicas que otro que no tenga dicha discapacidad, pero la cuestión es que el artículo publicitario las resalta y ofrecen una mala imagen de las personas con Síndrome de Down, otorgándoles una imagen social distorsionada de los mismos desde que son pequeños. Esto es de lo que Jaume Funes antes nos hablaba al distinguir los problemas sociales reales de los que son vividos como reales.
En mi opinión, me parece un juguete muy novedoso pero creo que se debería rectificar su publicidad empezando por establecer cuáles son los objetivos o qué es lo que quiere verdaderamente enseñarle a un niño/a que todavía desconoce la realidad en la que vive. Es decir, ¿sólo se busca vender el producto sin pararse a pensar en las consecuencias sociales que ello conlleva, o partir de esto último para poder así vender el producto (una vez consideradas dichas consecuencias)?
Como dice Jaume Funes, de nada sirve tener a montones de profesionales sociales cuando se realice la intervención si estos no están suficientemente capacitados (‘’profesionales inútiles’’) a la hora de considerar la verdadera realidad social. Cuando se decida buscar una determinada solución para atender la marginación social, es necesario acercarse a la realidad y buscar estrategias de intervención que tengan en cuenta las circunstancias personales de cada individuo, el territorio demográfico, los recursos disponibles y existentes,… sin que éstas incrementen la exclusión. Como buenos profesionales, debemos buscar nuevas políticas sociales desde el derecho de ser persona con una intervención global, integrada y comunitaria, trabajando las ideas colectivas y dejando a un lado el uso de respuestas inadecuadas con el objetivo de prevenir situaciones de marginación social sin que éstas lleguen a convertirse en problemas a fin de construir una sociedad mejor y más justa.
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